Tratamiento con Láser para quitar cicatrices de acnés y varicela

El acné es uno de los trastornos cutáneos más frecuentes en la población, calculándose que hasta el 80% de las personas ha sufrido esta alteración en algún momento de su vida.

Se caracteriza por la aparición de comedones (espinillas), pápulas (granos), pústulas (granos de pus) y a veces nódulos y quistes (granos profundos) en zonas seborreicas como la cara, el tórax o la zona dorsal. Las espinillas son estrictamente necesarias para el diagnóstico de acné: existen erupciones parecidas al acné (“acneiformes”) pero que realmente no lo son, como la rosácea o la foliculitis.

La mayoría de casos de acné suponen un trastorno exclusivamente cutáneo, aunque existen casos graves en que la inflamación es tan intensa que pueden aparecer fiebre, dolores articulares y alteraciones analíticas (leucocitosis con neutrofilia).

Las cicatrices por acné pueden ser sobresalidas (queloides) o deprimidas (atróficas), y se tratan de formas distintas.

Los queloides suelen tratarse con la aplicación de nitrógeno líquido e infiltración de corticoides. También es posible usar el láser fraccionado no ablativo.

Las cicatrices atróficas merecen una mención especial, ya que se dispone de varias opciones terapéuticas que habitualmente se combinan. Por su eficacia, suelen tratarse mediante láser fraccionado no ablativo; peelings químicos de ácido salicílico, glicólico y/o tricloroacético; o bien rellenos de ácido hialurónico. La combinación de estos tratamientos suele conseguir mejorías muy notables de las cicatrices de acné de la cara.

Actualmente se han producido los sistemas de láser fraccionado no ablativo, que permiten impactar directamente sobre la dermis respetando la superficie de la piel. Por lo tanto, favorecen la neoformación de colágeno sin que se tenga que eliminar la epidermis y se formen heridas o costras. El láser fraccionado ablativo se aplica con un cabezal refrigerado sobre la piel para salvaguardar la epidermis y emite micro-columnas de calor a la dermis para estimular la síntesis de colágeno. La formación de este nuevo colágeno rellena progresivamente los defectos de las cicatrices y homogeniza la superficie de la piel, mejorando su aspecto externo y eliminando o atenuando de forma notable las depresiones que presentaba. El proceso de neoformación del colágeno no es inmediato y los efectos de la terapia son perceptibles tras 3-4 semanas después de la primera sesión.

Una ventaja adicional que presenta este tratamiento es que la neoformación del colágeno es un proceso dinámico que dura varias semanas, por lo que una vez finalizada la terapia es posible seguir mejorando durante un periodo. El número de sesiones a practicar es variable en función del tipo de cicatrices, de su profundidad y de la posible combinación con otras terapias, aunque suelen oscilar entre 3 y 6 sesiones.

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